La Piedra más PreciosaRelatos Románticos y Fantásticos.
Volumen VI
Ana |
Edición en formato digital: mayo de 2011
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PARA MIS TRES AMORES, MIS HIJOS ANA Y RAÚL Y MI MARIDO JUANJO, SIN ELLOS HUBIERA SIDO IMPOSIBLE CREAR ESTAS HISTORIAS.
-¡Hola tía Francine! Necesito que me ayudes. ¿Podrías prestarme tu coche? Es urgente me han llamado de la comisaría y han detenido a mi hermano Gervás.
No tengo ni idea en que se ha metido esta vez.
Sí, tendré cuidado.
Lo sé.
Ya veremos que hago con él. Cada día está más díscolo. Siempre metido en peleas.
Pasaré ahora por tu casa.
Gracias. Eres un Sol, te lo devolveré cuando pueda.
Cogí el autobús y me bajé a cuatro manzanas para ir a casa de mi tía. Menos mal que podía contar con ella. Es la única pariente que nos queda a mi hermano y a mí. Nos da todo su cariño, como si fuera nuestra verdadera madre. Trabaja de bibliotecaria en la pequeña ciudad de Littleblue. La quedan pocos años para jubilarse. Es una mujer muy activa. Tiene muchos amigos y sale casi todos los días. No se parece a mí ni físicamente ni en la manera de ser. Ella es bajita, pelirroja y rellenita, con una cara muy bondadosa. Mi constitución son todo ángulos. Alta, delgada, media melena castaña rojiza y rizada. Ojos almendrados verdes oscuros, cara con pómulos sobresalientes y un poco alargada. Nariz recta y unos labios carnosos y la sonrisa muy amplia. Suelo ir con sweaters, camisetas informales, tejanos, faldas cortas con botas altas sin tacón. Con mi metro setenta y seis no me hace falta torturarme con finos zapatos.
Soy bastante práctica y deportista, hago gimnasia todos los días en el sótano de nuestra casa. Gervás y yo vivimos en una enorme construcción clásica, que ha pasado de generación en generación, en nuestra pequeña localidad minera. Me dedico a la gemología. Diseño joyas con piedras preciosas como el Rubí, la Esmeralda y el Zafiro Azul. Da la casualidad que mi nombre es Esmeralda por el color de mis ojos.
Mis padres eran dueños de una mina de gemas de gran pureza. Se casaron muy jóvenes. Muy pronto me tuvieron, hace diecinueve años y un año después a mi querido hermano.
Siempre se implicaban mucho en la mina y contribuían como un trabajador cualquiera a sacar los minerales preciosos. Por desgracia hubo un derrumbe hace cinco años y perdieron la vida, todos los que se hallaban en esos momentos, en su interior excavando, entre ellos mis padres.
Mi tía Francine, la hermana de mi padre, nos crió desde entonces y cuando cumplí la mayoría de edad, pude disponer del legado de mi familia.
Ahora cuido de Gervás. Siempre fue un niño muy dulce y sensible. Cuando perdimos a mis padres se quedó muy traumatizado. La verdad que yo también. Pero tengo un carácter más fuerte y lo pude superar mejor que él. Mi tía y yo nunca supimos llegar hasta su corazón, para consolarlo y animarle, a salir de su hundimiento. Se cerró en sí mismo y no contaba nada de lo que hacía. Empezó a dejar de ir a las clases del colegio y a meterse en reyertas con otros muchachos.
El Sheriff de Littelblue, ha sido muy comprensivo con él y más de una vez, solamente, le ha soltado un sermón.
Hoy será más grave. Dios quiera que no haya ocurrido ninguna desgracia y pueda salir de la cárcel. Ya es mayor de edad y no es como antes que haciendo algún que otro trabajo en la comunidad, se le conmutaba la pena.
¿Cómo podría ayudarlo? Es muy testarudo y orgulloso. No deja que le eche una mano. Se encierra siempre en su habitación con la música a todo volumen y se dedica a pasar el tiempo metido en líos. He intentado que estudie o trabaje conmigo identificando y evaluando las gemas. No ha habido manera. Incluso intenté que pudiera separar las imitaciones de las verdaderas piedras preciosas. Decía que con una gemóloga en la familia ya había bastante.
Lo único que le da tranquilidad es dibujar cementerios y personajes morbosos muertos. Todo en colores negros. Al igual que su vestimenta.
Su pendiente en el lóbulo izquierdo, es una cruz de Obsidiana Negra de vidrio volcánico, que le diseñé siguiendo sus gustos. Es una muestra más de su indumentaria. Hasta el cabello rubio se lo ha teñido de negro y pasa los días en el cementerio, hablando con personas que no existen. Luego va al bar del pueblo y se emborracha casi hasta perder el conocimiento. Dice que nadie le cree, pero su mejor amigo está muerto y habla con él a diario.
Yo intento buscar salidas a este desatino. No quiero encerrarle en un psiquiátrico. Hemos estado muy unidos hasta el desafortunado accidente. Empezó a relatar historias de su compañero de cementerio, de lo más curiosas.
Había veces que quería creerle. Incluso le acompañé a visitar las tumbas de mis padres y la de su amigo. No escuché, ni vi nada.
Mi hermano, se frustró porque decía que no había querido mostrarse Lucién, como llamaba al fantasma.