LarsRelatos Románticos y Fantásticos.
Volumen V
Ana |
Edición en formato digital: mayo de 2011
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PARA MIS TRES AMORES, MIS HIJOS ANA Y RAÚL Y MI MARIDO JUANJO, SIN ELLOS HUBIERA SIDO IMPOSIBLE CREAR ESTAS HISTORIAS.
-Señor Svenson. Buenos días. Siento llegar con un poco de retraso. Ya he terminado el artículo sobre la fábrica de conservas de pescado y la protección del medio ambiente.
-Siéntese señorita Bergman. Espero que esté a la altura de sus otros reportajes. El periódico está sufriendo un descenso de sus lectores. Hay que dar noticias más sensacionalistas y no cuentos aburridos que ya todos están hartos de leer.
-Si me permite decirle señor Svenson, únicamente trabajo en los casos que usted hasta ahora, me ha permitido investigar. Me gustaría trabajar en algo más de interés para la opinión pública.
-Su compañero Sheridan, ha sufrido un percance, puede que le convenga ocupar su puesto. Seguirá con su labor. Tiene tres semanas para traerme un informe detallado, bien redactado y verídico. No quiero enfrentarme a juicios y perder un montón de dinero en entrevistas falsificadas o inventadas. Necesito la realidad del caso “Reigman”. Nada de panfletos sensibleros para una minoría de lectores. Quiero la máxima prioridad en este asunto. Si desaprovecha esta oportunidad ya se puede imaginar donde va a ir a parar su corta carrera de periodista.
-Estoy bien preparada, mi juventud no impide que no realice un trabajo extraordinario. Deme esta oportunidad y no se arrepentirá. ¿Cuándo desea que comience con la investigación?
-Hace dos días. Lo quiero para ya, cuanto antes mejor. Ya lo sabe solamente tres semanas. Su billete de avión al fin del Mundo está sobre su mesa y llévese las carpetas de trabajo de Sheridan, no sé porque ha tenido que irse a su país para casarse. Eso ya no se lleva. ¿Quién demonios desea atarse de por vida y gastarse una fortuna en matrimonios fracasados?
-¿Lo dice porque usted va por el cuarto?
-¿Cómo ha dicho señorita Bergman?
-Nada que en un cuarto de hora salgo para el Polo Norte. Recojo mis notas y las de mi compañero, paso por mi casa y lleno las maletas de forros polares y por supuesto mi cámara de fotos. No quiero perderme la hibernación del oso polar. Será de lo más divertido.
-Tenga cuidado y envíe el reportaje aunque sea por fax, esto se hunde hay que dar leña al mono y encontrar una exclusiva. Necesitamos un bombazo y el caso Reigman puede ofrecernos el lanzamiento al estrellato.
-Sí, o el porrazo.
-¡Nunca la comprendo, habla muy bajito!
-Claro está sordo como una tapia de tanto gritarnos durante toda la jornada de dieciocho horas al día.
Decía que espero no escurrirme en la nieve y darme un porrazo.
-Buen viaje señorita Bergman.
-Lo mismo digo señor Stevenson. Que se divierta en su quinta luna de miel a las Bermudas. Con suerte queda atrapado en el triángulo y desaparece de nuestra vista.
Con prisas metí todo en mi gigantesco bolso. Me despedí de mis colegas y salí pitando a coger el ascensor. Estaba en un veinteavo piso, en un edificio de cincuenta plantas. No tardaría en bajar en ascensor demasiado, a no ser que cogieras la hora punta y estuviera todo el rascacielos a tope de empleados y directivos.