RenataRelatos Románticos y Fantásticos.
Volumen I
Ana |
Edición en formato digital: mayo de 2011
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PARA MIS TRES AMORES, MIS HIJOS ANA Y RAÚL Y MI MARIDO JUANJO, SIN ELLOS HUBIERA SIDO IMPOSIBLE CREAR ESTAS HISTORIAS.
¡Qué agobio! Son las doce de la mañana. Estaba metida en un atasco en mi cupé rojo. El calor era para morirse. No me funcionaba el aire acondicionado. Con las ventanillas bajadas no corría ni gota de aire.
Qué fastidio. Voy a llegar tarde a mi primer día de trabajo. Con este tráfico infernal me darán las dos de la tarde.
Estoy sudando la gota gorda. Menos mal que no me he puesto maquillaje, con las prisas no he tenido ni tiempo. Desgraciadamente la blusa rosa fucsia la llevo pegada al cuerpo y eso que es de manga corta.
Mi falda blanca parece un acordeón, no sé cómo me molesté en plancharla.
El pelo gracias a Dios lo llevo recogido en dos trenzas y no me molesta en la cara.
Necesitaría una ducha para volver a estar presentable.
No tengo tiempo ni de parar a tomarme un refresco.
¡Qué nerviosa estoy! Espero que mis compañeros del Cuerpo de Policía sean buenas personas.
Tengo que tranquilizarme, inspira y expira, qué es lo peor que me puede pasar que pague una sanción o una novatada.
Estoy acostumbrada a llamar la atención. Cuando me vean surgirá alguna bromita machista o racista.
Se quedarán de piedra cuando sepan que soy la nueva detective de homicidios.
Mis rasgos físicos son exóticos tengo una mezcla particular: mi padre es el típico americano rubio con ojos azules y mi madre es una hermosa mujer Comanche.
Yo he nacido con los genes de ambos. Tengo el pelo muy negro y largo, lo suelo llevar trenzado. Mi piel es tostada. Los ojos son azules como el cielo. La nariz es recta. Los labios gruesos y rojos y mis dientes son muy blancos.
Estoy muy delgada aunque mis pechos son normales, ni grandes ni pequeños, mi cintura es muy estrecha. Por último mido un metro ochenta centímetros.
En fin, cuando entro en algún sitio todo el mundo se imagina que soy una modelo famosa, salida de una revista del corazón.
Me ha costado mucho esfuerzo conseguir este puesto de trabajo.
Le he dedicado casi mis veintitrés años de vida. Siempre quise ser policía. Me importa muchísimo la justicia.
Desde los dieciocho años, llevo trabajando en comisarías. Me he dejado la piel durante los últimos cinco años. Ahora ya he ascendido a detective y nada ni nadie me va a pisar.
Los coches ya avanzan. Menos mal, aún estoy a tiempo de llegar a mi hora.
Me dijeron que me presentara en la jefatura del distrito cinco, a la una de la tarde.
Aún me queda quince minutos para aparcar mi coche y salir disparada.
Ha sido un acierto llevar zapatos planos puedo correr como un gamo.